El abogado 3.0

En Procesos monitorios por DL Advocats


Adaptarse es sobrevivir


 

Ya no sorprende cuando en medios de comunicación escritos, televisión, internet, incluso las tertulias de bar, compañeros de trabajo o de escuela, en casa con la familia, etcétera se comenta que los tiempos están cambiando y que hemos de adaptarnos a las nuevas costumbres y nuevas tecnologías (de hecho, como sabemos todo ello va cambiando a ritmo vertiginoso desde hace décadas).

Ello antes era aplicable a nivel personal, pues casi sin enterarnos hemos pasado de leer el periódico en papel por las mañanas, a conectarnos a Twitter y leer las últimas noticias casi a tiempo real; de acercarse a la agencia de viajes correspondiente y comprar unos billetes de avión o las vacaciones a tramitar por completo nuestras vacaciones online… Y cómo estos ejemplos, tantos otros siempre relacionados con la mejora y comodidad gracias a las nuevas tecnologías.

En el ámbito profesional y empresarial ha pasado exactamente lo mismo y a marchas forzadas pues, el usuario de a pie se estaba modernizando a pasos agigantados y el proveedor de servicios o el vendedor no podía quedarse atrás. Infinidad de profesionales de todos los ámbitos y ramas se han adaptado a tecnologías y exigencias del mercado y todos han salido beneficiados.

¿Pero qué ocurre con los abogados? ¿Estamos preparados? ¿Qué busca el mercado on-line de nosotros? ¿Seguimos anclados en el pasado? ¿Qué hemos de hacer para adaptarnos? ¿Cuál es el prototipo de negocio jurídico actual?

El concepto antiguo de aquél abogado que abría un despacho, con cartel o placa acreditativa en la calle, número de teléfono y horario de visitas, y que con ello tenía los clientes asegurados hace años que está quedando obsoleto y anacrónico. La sociedad cambiante en la que vivimos nos obliga a adaptarnos y evolucionar a nuevas costumbres, aquellas que nos indican que el usuario actual que busca la prestación de servicios jurídicos lo hace muy a menudo desde su casa y concretamente desde internet.

El abogado y el profesional del Derecho actual ha de adaptarse y no anclarse en el pasado, no esperar a que el cliente venga a llamarle a la puerta (física) del despacho. El concepto de letrado ha cambiado, y ello lo ha provocado la constante vorágine de cambios en la que estamos inmersos.


No sólo somos expertos en Derecho, somos algo más: transmitimos confianza en lo que hacemos


El abogado que se reclama hoy en día por la sociedad ya es algo más que un profesional técnico del derecho. Nosotros mismos hemos de ver que no sólo somos conocedores de las leyes, somos asesores y profesionales cercanos que buscamos la implicación en los quehaceres de nuestros clientes.

En la colectividad, los despachos de abogados hoy en día son una marca, unos valores y una forma de trabajar, de prestar los servicios. Ello lo ha querido así el mercado y las circunstancias. Si transmitimos como despacho de abogados en todos nuestros ámbitos estos valores y formas de trabajar, tendremos esa marca colectiva.

Pero ello no acaba aquí. Sus abogados, los que personalmente pertenecemos a un colectivo o marca de despacho, extrapolamos a lo personal dichos métodos y cualidades. Cada departamento jurídico tiene una característica concreta que lo hace especial y esencial para el mismo, y a la vez en su conjunto es lo que realmente le da valor. Para poner un ejemplo claro, las áreas procesal y fiscales de un despacho no pueden prosperar la una sin la otra, al igual que el área mercantil no podrá apoyarse sin la procesal sin la fiscal, etcétera. Es decir, dentro de la heterogeneidad de un despacho de abogados se busca por el contrario una homogeneidad, una labor colectiva de apoyo y concienciación.

El cliente actual no confía únicamente en aquel despacho de renombre por el simple hecho de serlo. La confianza, a pesar de ganárnosla a pulso día a día también se gana siendo un experto en las materias que tratamos. Aquellos que buscan un asesor, obviamente lo buscarán experto en la materia: un conocedor de las leyes, de la actualidad, que viva el día a día y se empape de las novedades aplicables en todos los ámbitos y que puedan beneficiar a sus más allegados, en este caso y el nuestro, los clientes.

Entonces… ¿es cierto lo que muchos intentan vendernos como “Abogado Amigo”? No debería serlo así. No nos equivoquemos, somos profesionales y como tal buscamos un beneficio, igual que el despacho como colectividad siempre lo buscará. Pero también hemos de ser realistas y no dudar que si ello depende que nuestro cliente obtenga lo que busca siempre será así.


El abogado con toga e intocable


El abogado, persona letrada y versada en leyes ya no es solo eso. Actualmente ha evolucionado en un comercial de lo jurídico, por lo tanto el mayor tiempo de nuestro trabajo nos lo pasamos sin la toga, no en los juzgados. Hay que romper con esos clichés. Obviamente que los habrá dedicados única y exclusivamente a esas tareas de juzgado, sin ellos la profesión tampoco tendría sentido.

El abogado actual sale a la calle (y cuando nos referimos a calle, también incluimos la virtual), se relaciona y obtiene de sus potenciales clientes, de sus visitas, de sus contactos una cosa muy importante (quizás la que más valoraremos con los años): la experiencia. Esa experiencia que podrá aplicar a sus futuros clientes y compañeros de viaje. Para que todo ello funciones establece unas pautas a seguir, unas rutinas y las adapta según las necesidades del receptor de los servicios jurídicos.

El abogado actual no debe limitarse, pues, a ser un “animal de juzgados”, ni tampoco uno de despachos.


El valor añadido del comercial jurídico


A la vista de las exigencias actuales, aquellas personas, empresas que buscan a un abogado hoy en día no buscan sólo la eficiencia del mismo ni la excelencia (que también). Como venimos diciendo buscan algo más: aquél hecho diferencial que única y exclusivamente puede darles un comercial de lo jurídico: complicidad, atención, personalización. Y ello no lo es en vano, sino que las circunstancias actuales así lo exigen realmente tiene una alta importancia estratégica.

De cara el mercado, el hecho de tener una asesoría jurídica con conocimientos más allá de los técnicos, que mide los pasos, que aconseja, que recomienda que vive el día a día de la empresa o persona y es conocedor de sus puntos fuertes y débiles… Le da un valor añadido a todas las decisiones que acabe tomando.

El despacho de abogados y abogados de nueva generación pues, serán aquellos que atiendan visitas virtuales (videoconferencias), los que asistan al cliente en sus propias instalaciones, el que convoque reuniones semanales o mensuales para conocer de todos los temas, el que ponga a disposición de los clientes de forma virtual sus servicios… en definitiva, será aquél que mejor se adapte tanto a las tecnologías como a las exigencias del mercado de servicios jurídicos.

 

Carles J. Lorente Rivera

-Abogado-